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Con este disco, el grupo, ya reconvertido en trío, cierra su trayectoria, ya que es el último que podemos considerar "real" de Radio Futura. Lo demás ya serían mezclas y recopilatorios varios. Tras la publicación de su disco en directo, Santiago Auseron declaraba en una entrevista que finalizaba el periodo que se podría llamar "de aprendizaje" para iniciar una "reelaboración de su música de síntesis, fusión de rock y aires latinos".
Así, comenta: "Estábamos haciendo un pop casi con técnicas y armonías de un jazz de segunda fila. También hemos llevado al límite la complejidad y forzado la síntesis de ritmos y colores musicales. Parecíamos una orquesta de engarce milimétrico y peligraba la espontaneidad. Ahora tenemos material suficiente para comenzar una reflexión más depurada, limpiar un poco el terreno y seleccionar lo más valioso. Ser menos especulativos y más justos en la medida. Necesitamos dosificar mejor y retomarla sencillez. Buscamos una etapa de ligereza, un poco de aire fresco".
Se trata, por tanto, de volver a sonidos más acústicos y desnudos. En cierto modo, recuperar el sonido de canciones como “Semilla negra”, ya metidos de lleno en los sonidos caribeños, especialmente soneros. Después del mencionado disco en directo, lo cierto es que este “Veneno en la Piel” (BMG / Ariola, 1990) es el disco más flojo de todos los editados por el grupo. Efectivamente, tras un periodo de ir aprendiendo y buscando un sonido que alcanza su punto más alto en “La Canción de Juan Perro” (Ariola, 1987) parece que el grupo se encuentra cansado. Ya tiene el sonido que buscaba, pero no quiere repetir, no quiere pararse, y da la sensación de estar sin rumbo, desorientado.
Además, el grupo, ya un trío, está ya casi unido exclusivamente para terminar su contrato con Ariola, y entrega una colección de canciones deslavazada y, salvo excepciones, muy flojas, muy poco inspiradas, entrando en los sonidos soneros de orientación claramente comercial que, sin estar mal, nos muestran a unos Radio Futura casi como una caricatura de sí mismos, sin demasiada alma, como en “Veneno en la piel” o “Corazón de tiza”. La obsesión por no repetirse, paradójicamente, les hace poco originales y previsibles, condenados a copiar una y otra vez sus propios clichés.
Esto da como resultado un disco convencional, poco inspirado, en el que un grupo que ya ha entregado lo mejor, nos ofrece una serie de canciones completamente prescindibles, salvo excepciones como las mencionadas o como “Condena del amor” o “El amigo desconocido”. No es que se trate de un mal disco pero a un grupo del nivel y la inspiración demostradas por Radio Futura se le puede exigir mucho más. La sensación final que queda es que, a esas alturas, lo mejor que podían hacer era cerrar el telón. Lo mejor ya estaba hecho.
Lafonoteca
