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Tricantropus es una banda nueva de veteranos del rock: uno de dichos veteranos es Manuel Manrique, quien fuera miembro de Azahar, uno de los combos más originales dentro del movimiento progresivo español. Tricantropus nos da en su disco debut” Recuerdos el Futuro” una tremenda oportunidad para disfrutar de un rock sinfónico generoso en vibraciones melódicas y climas envolventes.
Claves para hacernos una idea del tipo de sonido que elabora el grupo en sus composiciones y arreglos son Camel, Genesis de la era 76-78, Imán Califato Independiente, Pegasus, Omni – todos estos referentes pueden ayudarnos a entender el tipo de matices que se puede hallar en los momentos más introspectivos y el tipo de colorido en los momentos más extrovertidos. Dentro del ensamble grupal, la guitarra encarna un eje protagónico firme y seguro para la explayación de las ideas melódicas en juego, aunque no debemos pasar por alto las relevantes series de cortinas, armonías y solos ejecutados en los teclados; por su parte, la dupla rítmica es sólida y precisa, ajustada a su rol, siempre dispuesta a dejar el mayor lucimiento a la guitarra de Pardo.
El disco comienza con retazos marinos suaves antes de que el cuerpo central de ’Los Puertos Grises’ nos ofrezca un cálido paisaje sonoro. ’Mar de Cristal’ preserva el candor melódico, pero aumenta la intensidad, con un cierto realce del dinamismo rítmico y un mayor manejo de variaciones de ambiente: ¡el ingreso de elementos jazzeros en la sección más frenética genera una aureola de entusiasmo bastante contagiosa...! pero qué pena que no dure más! ’Saitama’ estructura un lirismo introvertido y contemplativo: las breves y sobrias líneas de la viola da gamba encajan muy bien en medio de las cortinas de teclado y los medidos fraseos de la guitarra solista. ’Al otro Lado del Vado’ nos ofrece más de la mezcla de sinfonismo y jazz-fusión que ya se había hecho presente en el tema 2, aunque esta vez el desarrollo de los temas se siente más completo, sin que se haga desear que la pieza durara un poco más.
Con la presencia del flautista invitado, como que las confluencias con Omni se notan mucho... Este clima de agilidad continúa vitalizado con ’Piedra’, tema que refleja influencias de Focus a través del tenor preferencialmente cameliano. ’Bajo el Síndrome de Koro’, con sus casi 8 ½ minutos de duración, resulta la pieza más larga del disco. Con su entrada de cortinas espaciales de sintetizador y serenos acordes de piano, la cosa se anuncia floydiana, y en efecto, las cadencias reflexivas que brotan de la guitarra confirman fuertemente esta impresión. Ya cuando entra a tallar el segundo minuto, el asunto se orienta hacia un sinfonismo etéreo alternado con elegantes pasajes melódicos en 5/4 – este modelo de sinfonismo con matices suavemente jazzeados es toda una especialidad de la casa.
’El Lamento de Galadriel’, al igual que ’Saitama’, se centra en sonoridades melancólicas: un buen ejercicio de estructura melódica, pero con sus menos de 3 minutos de duración la idea central no tiene oportunidad de llamar la atención como los tres temas precedentes. ’Siete Lunas’, la pieza siguiente, sí logra engarzarse mejor con el tipo de espíritu evocativo y lírico que tanto me llaman la atención de los temas 4-6. ’Frost’ emana un aire de misterio exótico en su prólogo psicodélico, el cual lastimoasamente dura muy poco, pues era muy interesante escuchar esos golpes de tambores étnicos así como esos efectos flotantes de guitarra: en fin, el cuerpo dentral de la pieza es un motivo semi-lento, el cual recibe interesantes cambios de matiz en aquellos momentos en los que reaparece el elemento exótico.
Con sus 7 ¾ minutos de duración, el tema homónimo es el segundo más largo del disco. Comienza básicamente de un lento cuasi-floydiano suavemente alimentado con aires fusionescos (a lo Santana), donde se incluyen momentáneos fraseos de piano notablemente jazzísticos. Tras la emergencia de un interludio moderadamente pomposo, pasamos
a una nueva sección más ágil, impregnada de la misma frescura que conforma la esencia de los temas más llamativos del disco. En el último minuto, el motivo inicial regresa para culminar la idea. ’El Mar Nos Llama al Hogar’ ocupa los dos últimos minutos del disco, creando un pasiaje sonoro onírico bastante amable, ensoñador y sencillo – interesante cierre para un estupendo disco de rock sinfónico original, y sin embargo, tremendamente típico de la sensibilidad melódica que ha motivado tantas grandes páginas dentro de la historia del progresivo español.
Mis palabras vertidas en esta reseña han sido muy positivas, y solo me queda concluir con uan felicitación pública a todos los músicos de Tricantropus y a quienes participaron como colaboradores por haber creado esta muy buena obra para deleite de los fans acérrimos del género progresivo – un servidor se cuenta entre ellos.
Esta banda instrumental de progresivo sinfónico madrileña cuenta con antiguos miembros de la gran banda de los 70, Azahar.
Su música se inspira en el estilo fluido e intrincado de otras bandas españolas de progresivo, como Omni, Onza y Senogul (primer álbum). Camel es el equivalente anglosajón más cercano, con toques de Pink Floyd y fusión. Recuerdos del Futuro es su debut. Entre varios músicos invitados, hay un flautista en tres temas, lo que refuerza la comparación con Camel.
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