miércoles, 4 de septiembre de 2019

Joaquín Sabina 1999 - 19 Días y 500 Noches






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En la carrera de todo músico veterano podemos encontrar diferentes etapas. Con altibajos, con éxitos y fracasos. A veces el artista que ha envejecido dignamente se encuentra súbitamente con una segunda juventud. A Sabina le ha pasado esto a los cincuenta años. Se encontró con un éxito atronador y rotundo. De repente un cincuentón compartía espacio en programas musicales destinados para la juventud con los cantantes y ritmos de moda, cosa que descolocó a muchos, algo tenía que haber pasado.

Y efectivamente pasó. El jienense concibió uno de sus discos más importantes. Para muchos no es el mejor de su carrera, pero desde luego sí que es el mejor que ha hecho en los últimos diez años. Y paradójicamente lo ha hecho ampliando sus márgenes de maniobra, dejando a un lado el rock and roll que siempre le ha acompañado para valerse de ritmos mexicanos y argentinos, de rumbas y ritmos de whiskería polvorienta.

Pero también están las letras. Sabina escribe las letras más lúcidas de su carrera. Por fin ha dado con la tecla para gustar a propios y a extraños. Deja el regusto amargo donde y cuando quiere. Se vuelve crítico haciendo sonreír al personal. Conmueve al tiempo que guiña convincentemente a quién le parece. La madurez le sienta bien. Él es consciente de ello y se atreve a compararse con Bob Dylan, diciendo que ambos escriben mejor en la madurez.

Quizá este disco no hubiera sido lo mismo sin la producción de Alejo Estivel. El argentino saca lo mejor de los músicos y entiende a la perfección las canciones del maestro. En “Ahora que…” las guitarras de Pancho Varona suenan mejor que nunca. Sabina nos narra lo que se siente al principio de una relación: “Ahora que las floristas me saludan / ahora que me doctoro en lencería”; o “Ahora que el mundo está recién pintado” canta más adelante. Nos hace revivir ese maravilloso momento por el que merece la pena vivir. Pero Sabina nos vuelve a dar un revés. Se muestra contrario a este pensamiento. Aclara posteriormente que en el fondo es una canción pesimista porque sabe lo que viene después. Cuando la persona te empieza a importar y ese mundo recién pintado empieza a ensuciarse. Así que ya sabemos lo que toca.


Joaquín Sabina - 19 Días y 500 Noches




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