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1978 fue el año en que más discos de música progresiva se publicaron en España. A pesar de eso, este estilo daba sus últimas bocanadas y la nueva ola, primero inglesa y luego española, ponía sus huevos en los locales de ensayo madrileños. En ese confuso caldo de cultivo surge Azabache y su primer LP “Días de luna” (Movieplay, 1979). Sólo desde esa mezcolanza de estilos uno puede aproximarse a este álbum.
Se abre el disco con “Cuidado con la Marisol”, un interesante tema premovida en su letra y su música, con detalles de música progresiva en el solo de guitarra. Un tema que no anda sobrado de calidad, pero que mezcla como pocos los dos estilos, presuntamente enfrentados en aquellos años de cambio político y musical.
“Días sin sol”, que fue también editado en single, es una balada electrónica envuelta en mellotrón y campanas tubulares. Daniel, que aquí ejerce de cantante, nos muestra una buena canción machacada por unas oscuras mezclas, y de paso se marca un solo guitarrero de muchos octanos progresivos. “Cuando la luna” es otra balada, esta vez cantada por el Flaco Barral. Uno de los números menos destacables del disco. Se inicia con ruidos de agua y efectos de sonido para proseguir con voces filtradas que hacen casi irreconocible el texto de la letra. Una melodía plana y un arreglo sin alicientes acaban por aburrir al oyente, que agradece la llegada del final tras cuatro minutos de vagar rumbo a ninguno parte.
“Tío Carlos” es, desde un punto de vista sonoro, el tema más interesante. Voces filtradas que parecen recitar una morbosa cantinela en la que el dúo Flaco y Gustavo hacen de tío Carlos, mientras Ricardo y Daniel hacen el papel de niña. Entre ambos una guitarra que alarga artificialmente el tema a base de un solo previsible, que pretende resultar más o menos cósmico. El despliegue de sonidos de la guitarra y teclados nos presenta un muestrario de efectos de época.
El tema más largo, por encima de los siete minutos, es “Algún día”. El tema comienza con el ruido de un choque de coches para convertirse en rock endurecido por guitarra y bajo y suavizado por los teclados y la voz excesivamente plana de Daniel. A continuación sucesivos cambios de ambiente convierten el rock en balada y ésta de nuevo en un ampuloso desarrollo instrumental de corte progresivo. Un tema cargado de matices que hay que escuchar más de una vez con las orejas bien abiertas
“Noche de meigas galopantes” es otra cosa. En algún sitio hemos leído que era la adaptación de un tema gallego; sin embargo, lo cierto es que se trata de una composición instrumental del Flaco Barral a ritmo de pandeirada con el sintetizador ejerciendo de gaita, de bruja o de ambas cosas. No por casualidad este músico acabaría formando parte del grupo folk Labanda. Puedes escucharla en la referencia correspondiente al single en el que figuró como cara principal.
Otro tema promovida que luce una voz tenebrista y un acompañamiento cargado de electrónica en “Solo en mi ruta”. Un particular estilo lleno de cambios de ritmo y registro sonoro con una voz excesivamente trabajada en estudio y envuelta en teclados.
Cierra el disco el breve tema “Días de luna” , que presta su título a todo el LP. Percusión protagonista con una nueva tanda de campanas tubulares, pajaritos sintetizados y parafernalia electrónica por doquier.
Un disco incoherente, pero bello en su amalgama. A ratos oscuro y tedioso, en algunas –pocas- ocasiones brillante, pero siempre explorador de nuevos caminos musicales. Evidentemente, Azabache sabía muy bien que la música madrileña estaba en ese momento cambiando, lo que no tenían tan claro es hacia donde se dirigía ese cambio.
Julián Molero - http://lafonoteca.net/disco/dias-de-luna
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