martes, 24 de agosto de 2021

Carlos Montoya 1992 - Aires Flamencos - Recital de guitarra Española

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   Carlos Montoya hizo de Estados Unidos su segunda patria y allí es seguramente el guitarrista flamenco con más prestigio de todos los tiempos. "Más que Sabicas", me dice precisamente alguien de la profesión, que por añadidura admira a Sabicas mucho más que a Montoya.

Fue por primera vez allí en los años inmediatamente posteriores a la guerra civil española. Con Carmen Amaya. Hasta entonces, Carlos Montoya ño había pasado de ser un tocaor para acompañar al cante y al baile, y no de los mejores. Pero en la compañía de la genial Carmen Amaya comenzó a frecuentar Norteamérica. Allí conoció a una mujer singular, muy bella, hija de un diplomático, que se enamoró no sólo del artista, sino también del hombre. Se casaron. Aquella mujer, que hoy sigue siendo la esposa de Carlos Montoya, cambió la vida del artista. 

Con una visión muy norteamericana de cuál podía ser el futuro de su marido, le inspiró la idea de independizarse y establecerse en Estados Unidos. Y surgieron los primeros conciertos. La esposa se convirtió en algo así como su manager y le facilitó mucho las cosas. 

En la década de los cincuenta, Montoya era ya un artista consagrado; por aquella época su guitarra fue la primera del arte flamenco que arrancaba ovaciones en el Village Gate de Nueva York. Lógicamente el arte de Montoya evolucionó rápidamente. Aunque sin romper radicalmente con las fuentes flamencas, introdujo aires americanos, folk, country, jazz. 

Hoy cuesta bastante distinguir en las composiciones que interpreta en sus conciertos -es autor de muchas de ellas- el primigenio trémolo gitano. Su amigo Félix de Utrera, guitarrista flamenco -uno de los pocos que quedan que saben tocar de verdad para el cante y el baile-, dice: "Si volviera a España y quisiera acompañar con su guitarra a un buen cantaor, creo que ya no sabría".

 

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