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El último escalón para Los Rodríguez, que pusieron punto y final a su trayectoria con la ropa vieja de éxitos de “Hasta Luego” (DRO, 1996), fue este “Palabras Más, Palabras Menos” (DRO, 1995). La nombrada “The bunch of sick hispanos” -la pandilla de hispanos enfermos- contó para completar su última colección de canciones con la producción de Joe Blaney, un afamado ingeniero de sonido al que Calamaro admiraba por su trabajo con Charly García.
El disco fue grabado en enero y febrero de 1995 en El Cortijo, estudio-casa de Trevor Morais, en el que los músicos disfrutaron de un paisaje paradisíaco, en medio de la sierra de Ronda, y de un aislamiento que fue beneficioso para el resultado final.
“Palabras Más, Palabras Menos” consigue lo que parecía imposible, mantener el listón que había inaugurado “Sin Documentos” (DRO, 1993). Fue el disco con el que Los Rodríguez alcanzaron el éxito definitivo, una paradoja puesto que a nivel interno las discrepancias entre sus integrantes eran cada vez más evidentes, y la ruptura parecía -y lo fue- inevitable.
El álbum arranca con una de las composiciones más celebradas de la banda, la “Milonga del marinero y el capitán”, obra de Ariel Rot, que exhibía una vez más su calidad, no solo como un espléndido guitarrista, sino como un compositor de primera fila. Continúa el trazado la canción que da título al disco, una historia de ruptura con aires de punk y un estribillo desconfiado y enérgico: “Palabras más, palabras más / palabras menos. / Es lo que más te puedo dar / es lo de siempre / palabras viejas, / palabras llenas de remordimiento / palabras que se lleva el viento / palabras fáciles de olvidar”.
“Aquí no podemos hacerlo” es otro canto de rebeldía, en este caso contra la prohibición de la marihuana, cómo no, a ritmo de reggae tórrido: “Morena con la piel de chocolate / no dejaremos de ser dos amantes tú y yo / siempre te llevo guardada muy cerca del corazón / aunque dicen que aquí no podemos hacerlo”.
“Todavía una canción de amor” es una delicadeza que firman a medias Calamaro y Sabina. El argentino pidió al cantautor de Úbeda una letra que musicó a posteriori. Habla de amores urgentes y cargados de espinas, del paso del tiempo y las deudas pendientes, al igual que la flamenca “Para no olvidar”, en la que participa Raimundo Amador a la guitarra. Dos canciones extraordinarias.
“El tiempo lo dirá” es una ranchera eléctrica que firmaría gustoso José Alfredo Jiménez, y en la que destaca la labor de Rot a la guitarra. También parece versar sobre las dificultades de olvidar: “Y pasé la noche entera / preguntándole a la luna / si puedo volver atrás, / si puedo volver atrás”. “En un hotel de mil estrellas”, un descanso en la intensidad del disco -al menos en cuanto a ritmo-, retrata la pobreza.
“Mucho mejor”, un single redondo de Rot, retoma el impulso para celebrar las bondades de la carne.
“La puerta de al lado” es otra colaboración de Calamaro, en este caso con Sergio Makaroff, con quien compuso la letra al alimón; Ariel puso la música. Cuenta una historia de búsqueda y aislamiento: “Y ahora que estoy solo con mi pensamiento / esperaré que el viento me venga a buscar”.
“Una forma de vida” resume la filosofía urgente del rock y reivindica de nuevo la verdadera vena de Los Rodríguez. Da paso a “Extraño”, una pequeña maravilla que corre a cuenta de Infante, y en la que el músico expulsa demonios sobre la difícil relación que mantuvo con su padre: “no es una canción de amor / eso al menos pienso yo, / es algo más sano / con la opinión de Dios, quizá alguno de los dos / lo vea más claro”.
Él mismo canta este anhelo de reconciliación.
En la senda de “Todavía una canción de amor” y “Para no olvidar”, “Diez años después” vuelve a bucear en la relación entre el tiempo y los sentimientos, sobre heridas sin cerrar. Cierra el álbum “Algunos hombres buenos”, una canción que parece deudora de Dylan, larga, lenta y con mucho texto, y en la que Calamaro diserta sobre la condición humana.
“Palabras Más, Palabras Menos” añadía otras trece joyas al ya extenso repertorio de Los Rodríguez y confirmaba que estábamos ante un grupo imbatible, una colección de talentos que no se volvería a reunir.
Viendo la carrera posterior de Calamaro y Rot, hay quien siente más y menos nostalgia. Pero seguro que la mayoría de sus seguidores querrían revivir, aunque solo fuera por un día, la sensación de emoción y plenitud que dejan discos como los de Los Rodríguez al escucharlos por primera vez.
Lafonoteca
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