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Alejandro Sanz venía de arrasar con “Viviendo Deprisa” (Warner, 1991) y de dar una extensa y exitosa gira a lo largo de todo 1992. A pesar del agotamiento, se veía la necesidad de dar presencia en el mercado al artista; la cuestión era cómo. Se podía optar por continuar las mismas líneas de “Viviendo Deprisa” o madurar el producto. Mientras Alejandro Sanz quería dar un mayor peso a su vena latina (lo más flamenco, fundamentalmente), la discográfica esperaba el momento para explotarlo. Así que el resultado fue el camino de en medio.
El productor del álbum volvió a ser Miguel Ángel Arenas, pero para la ocasión se cuenta con Nacho Mañó, conocido por ser miembro de Presuntos Implicados y dotado de un especial estilo mediterráneo, cosa que encajaba con lo que se pretendía. Pero ya la locura se desata con la presencia de Paco de Lucía tocando la guitarra en “El escaparate” y “Mi primera canción”, en la primera como un repentino destello y en la segunda de modo más presente y elaborado.
La indeterminación del camino resulta en eso, un disco en medio de nada, un sí pero no, un querer y no poder y mil frases hechas similares. Aún tenemos empalagosas baladas deudoras del estilo adolescente del anterior álbum, como la que abre y da nombre al álbum, “Si tú me miras”, versos de amor oculto que dan ganas de soltarle un buen par de collejas a él y a ella. Por el contrario, “Mi primera canción” se resuelve ya no con ojos de niño -o niñato- sino con la rememoración melancólica.
Ramalazos rockeros de esos tan sonrojantes hay en la primera canción y en “Este pobre mortal”, mientras la saltarina melodía de “Vente al más allá” salva los muebles.
El LP no tuvo la misma acogida que “Viviendo Deprisa”, pero siguió siendo tremenda; alcanzó el medio millón de ejemplares. Este disco es un ejemplo claro de los peligros de titubear en su propuesta, cosa que no ocurrió en el tercer asalto.
LaFonoteca
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