jueves, 4 de enero de 2024

A PSV, IN MEMORIAM. 
Un set de televisión del canal estatal. Un programa de éxito, aunque con carencias. Candelabros alrededor de los músicos, emulando los unplugged de una cadena gringa. Pedro Suarez Vertiz frente al piano toca y canta sus temas, algunos de Arena Hash y otros de su más reciente disco solista. Recuerdo haber grabado aquel breve recital acústico en vhs. Sin embargo, la música de Pedro la descubrí años antes, durante mi primer año de secundaria. 

En las radios sonaba “Me resfríe en Brasil”, el hit, el primero que me hizo enganchar con Arena Hash. Al poco tiempo, mi padre, del que heredé la melomanía, me consiguió aquel primer casete y luego, algunos meses más adelante, el segundo casete de la banda: El rey del ah, ah, ah. Solía escuchar en el tocacintas prácticamente todos los temas. No solo los hits radiales. 

La música era básicamente rock, con ciertos toques pop, ska e, incluso, hasta rap. Luego vendría el primer álbum solista: No existen técnicas para olvidar. Un discazo, ya tirado más hacia el rock. Debo decir que los dos siguientes discos no me gustaron tanto como el primero, pero me parecen estupendos trabajos: Póntelo en la lengua y Degeneración actual. Y de los últimos, creo que son dos, cuyos nombres se me extravían, rescato algunas canciones. 

Y luego vino el silencio, por la enfermedad que todos saben. Y apareció su faceta de comentarista, a través de una columna en Somos y, sobre todo, a través de las redes sociales. Y sí, muchas veces escribía disparates, mostrando un lado ultraconservador, machista, entre otras cosas. Quizás por la enfermedad, quizás por ese tufillo religioso que ya empezaba a colarse años antes. Lo cierto es que hoy que desperté con la noticia de su partida, evito pensar mucho en esto último. 

Las imágenes que me asaltan son aquellas de la memoria, de su primera época, con Arena, pero también sus primeros discos solista. Resulta mezquino negar el talento enorme que tenía. Fue un músico estupendo y un compositor notable de canciones. Me hubiera gustado que, en sus últimos años, en los que se dedicó a escribir, hubiera compartido más sus reflexiones de melómano, sus bandas favoritas, los discos que más lo marcaron. 

Desde la mirada particular y valiosa de un músico que habla de la música de sus referentes. Y, claro, sobre su método de composición, y anécdotas al respecto. En fin. No puedo ocultar la tristeza de su partida. Y no me importa caer en el lugar común: vuela alto, Pedrito. Y gracias por la música. 
Carlos M. Sotomayor

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