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Cuando Daniel Velázquez y sus amigos hacían el mejor beat de la capital
Uno de los buenos grupos madrileños de los 60, a pesar de su corta existencia. Aunque entonces no se estilaba esta palabra, pueden perfectamente encuadrarse en lo que solemos llamar garaje; es decir un encuentro del beat y el rhythm ’n’ blues realizado con medios precarios y cargado de empuje juvenil. El impulsor del grupo y el de mayor edad del quinteto fue Ceferino Feito, un cantante que no se contentaba con hacer covers al uso.
Él va a enrolar a varios amigos en esta aventura y como líder indiscutible va a bautizar al grupo con el sonoro nombre de Cefe y los Gigantes. Esto ocurre hacia 1963. El año siguiente cumplen con el obligatorio aprendizaje de patearse naves convertidas en salas de baile por la zona madrileña de Legazpi y Usera. Boys, Maracaná y otros antros por el estilo escuchan sus primeras canciones.
Pronto adquieren fama en toda la ciudad y al año siguiente ya están en los clubes de la cadena Consulado, meca de todo conjunto primerizo.
Los Gigantes son Rodrigo Alcaráz –Roche– en la guitarra solista, Gonzalo González en el bajo, Carlos en la batería y Diego Lillo en la rítmica. Pasan por las audiciones que un joven aspirante a productor organiza en una especie de estudio-local de ensayo en la calle Libertad. Ese alevín de productor es Alain Milhaud. En aquellas audiciones muchos fueron los llamados y pocos los elegidos. Cefe y sus Gigantes sí llamaron poderosamente la atención de Alain, que en cuanto los escuchó, los fichó para Columbia y se convirtió en su productor.
Una característica del grupo era que componía la mayor parte de su propio material. Aparecerá primero “Sin Rencor / Amigos Míos / No Me lo Recuerdes / El Juego del Amor” (Columbia, 1965). Buenos temas plenos de beat y que incluye ya dos temas propios. Reminiscencias de Gerry & Pacemakers, The Searchers y todo el Liverpool Sound, sin olvidarse, por supuesto, de The Beatles.
En la capital son uno de los grupos con más seguidores; sin embargo fuera son absolutamente desconocidos. Tienen un verano movido con bastantes actuaciones en localidades de Madrid, Toledo y alguna otra provincia cercana.
Después del verano sacan otro EP, compuesto al completo por ellos. “Gritaré / No Es Verdad / Mientes / Tu Imagen” (Columbia, 1965) en el que adoptan modos cercanos al rhythm ‘n’ blues. Recibe muy buenas críticas en las revistas especializadas.
Y de pronto, la hecatombe en forma de cuartel. Ceferino es llevado muy a su pesar a la mili en 1966 y el grupo queda descabezado. Los Gigantes intentan rehacerse incluyendo a Camilo Blanes (luego Camilo Sesto) como cantante.
Pero aquello dura una semana y una actuación. No es que discutieran ni mucho menos. El asunto es que justo en esos momentos Los Botines se habían quedado en cuadro y fichan de una tacada a Camilo, a Gonzalo y a Roche con los que grabarán su último disco para deshacerse también poco después.
A su regreso de los deberes militares, Ceferino decide comenzar una carrera en solitario bajo la dirección y producción de Maryni Callejo, cambiándose de nombre y apellido para convertirse en Daniel Velázquez. Obtendrá un gran éxito como cantante solista y extenderá su carrera hasta mediados de los 70.
A este triunfo no van a ser ajenos sus viejos compañeros, pues con parte de ellos formará su banda de acompañamiento. Después Roche y Gonzalo también trabajarán para Camilo Sesto y otros destacados solistas.
Cefe y los Gigantes suenan todavía hoy con una fuerza y una autenticidad que conjuntos con mucho más nombre hubieran querido para ellos. Buena voz desnuda sin artificios y con escasos coros, una guitarra solista importante y una sección rítmica de lo más beat. Tuvieron que transigir con alguna imposición de su sello, que les pedía canciones más melódicas que lo que solían hacer en unos directos ciertamente cargados de dureza.
Julián Molero
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