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Este segundo largo de Pablo Abraira plantea una cierta renovación estilística. Abandona un tanto los planteamientos anteriores para ganar en ampulosidad vocal y en unos arreglos que le acercan a la grandiosidad de un, por ejemplo, Camilo Sesto. Pero este lavado de cara, queda en eso, pues de nuevo tanda de baladas cortadas por el mismo patrón melódico.
Las dos canciones que más se promocionaron de él, fueron la ambiciosa “Lágrimas blancas”, un tema a dos tiempos en el que el rápido y vibrante pasaje central está muy bien conseguido, mientras el lento demuestra una cierta elegancia formal.
El otro tema, llameémosle, estrella es “Pólvora mojada”, muy en la línea de los hits primerizos del cantante, a los que imita de arriba abajo.
Entre el fondo de armario del disco, voy a destacar la tensa y muy bien arreglada “Corre, corre, vuela”, un tema más rítmico de lo habitual en Pablo con una instrumentación detallista.
Romanticismo tópico para propiciar o glosar el encuentro amoroso conforma el resto del contenido.
“Eva sin nombre”, “Ladrón de amor” o “Amor marinero” son buenas muestras de esto.
Más inclasificable resulta “Rezaré”, en la que tras un prometedor comienzo disco, la cosa se diluye hasta convertirse en una especie de proclama vocinglera y cabreada con profusión de trompeteos tras el cantante.
Julián Molero - http://lafonoteca.net/disco/visiones
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