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Si Dream of the Blue Turtles fue un trabajo descaradamente pretencioso, resulta bastante desenfadado en comparación con el segundo trabajo de Sting, Nothing Like the Sun, uno de los álbumes pop más tenazmente serios jamás grabados. En este álbum, el único tema animado, la única nimiedad —el alegre y rígido funk blanco "We'll Be Together"— se añadió por insistencia de la discográfica, ya que creían que no había ningún tema en el disco que pudiera ser lanzado como sencillo, uno que derribara las puertas de la radio convencional.
Y tenían razón, ya que todo lo demás es demasiado mesurado, tranquilo y deliberadamente sutil para ser inmediato (incluido el intencionado "Rock Steady"). Entonces, ¿por qué es mejor álbum que su predecesor? Porque Sting no parece esforzarse tanto.
Fluye con naturalidad, en gran parte porque no pretende ser explícitamente un disco de jazz-rock (gracias a la presencia de una nueva sección rítmica con Sting y el baterista Manu Katche por ello) y porque las melodías son insinuantes, abriéndose paso lentamente en la memoria, mientras que todo el disco se desarrolla como una pieza ambiental, funcionando igual de bien como música de fondo que como una escucha intensa y seria.
Las palabras de Sting aún pueden resultar irritantes —la pomposidad agobiante de "History Will Teach Us Nothing" es el ejemplo más claro, aunque los llamados de "Hey Mr. Pinochet" también resultan incómodos—, pero su lirismo brilla en "The Lazarus Heart", "Be Still My Beating Heart", "They Dance Alone" y "Fragile", un cuarteto de sus mejores canciones.
Si Nothing Like the Sun se hace un poco largo, con solo su versión de "Little Wing" con la asistencia de Gil Evans destacándose en el último cuarto, aún mantiene su tono hasta el final y, dado que está impulsado por esas maravillas mencionadas anteriormente, es uno de sus mejores álbumes.
Gracias por ripear este gran album Oscar.
ResponderEliminarDe nada Antonio, es un placer.
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