jueves, 19 de marzo de 2020

Raphael 1996 - Los EP's Originales Vol. 1






Formato: FLAC
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Después de medio siglo de actividad musical, siempre en primera línea, se quedan cortos los adjetivos para definir a este niño de Linares que ha sabido envejecer como nadie. Icono social de los 60, artista respetado en los 70, referencia obligada en los 80… y así hasta este siglo XXI. Un cantante con buena voz y mejor cabeza que ha sabido estar al margen de las modas y a la vez, integrarse de forma natural en ellas.

Miguel Rafael Martos Sánchez nació en Linares el 5 de mayo de 1943, siendo el tercero de cuatro hermanos. Al año siguiente, su padre, ferrallista de la construcción, hace el petate y la familia se viene a Madrid, concretamente a la calle Carolinas, esquina a Bravo Murillo. De allí serían desahuciados e irían a vivir al barrio de Carabanchel. A los cinco años ya canta en un coro escolar y en 1953 representa a España en un concurso europeo de escolanías infantiles, que se celebró en Salzburgo, del que resulta vencedor. Son tiempos difíciles en los que Rafael llega a mendigar en la boca del metro.

Pasan los años y el niño que asombraba a todos cambia su voz y su estilo. Jamás ha dudado que la canción iba a ser su vida. Son años de rock y twist, pero también de canción melódica y copla. Rafael es capaz de tocar todos los palillos…y de tocarlos bien.

A finales de 1960 se inscribe en la escuela del maestro Gordillo, adonde también acuden las futuras Rocío Durcal y Massiel. Su profesor enseguida vaticina: “Esto que haces tú, no lo hace nadie. Si al público le gusta no habrá dinero suficiente para pagarte. Si no, tendrás que buscar otro camino”. Gana concursos radiofónicos y canta por las tardes en un modesto local llamado La Galera. También canta a veces en un puticlub en el que actúa como pianista un muchacho llamado Manuel Alejandro, con el que traba pronto amistad.

Gracias a los esfuerzos de su mentor, en 1961 aparece por primera vez en televisión. Consigue una audición para el sello Philips. Aquella ph que había visto en la marquesina de entrada de la marca iba a quedar incorporada a su nombre, que ya sería para los restos, Raphael. Incluso para darle internacionalidad en las primeras portadas de sus discos aparecía con una diéresis encima de la e. 

Las oficinas de la discográfica estaban en el Paseo de las Delicias y, aunque parece ser que no estuvo muy fino en la prueba, salió de allí con un contrato bajo el brazo. Cuenta la leyenda que ese mismo día firmó también su contrato un muchacho granadino llamado Miguel Ríos.


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